El sector forestal apuesta por activar el potencial de los bosques para alcanzar los objetivos del “green new deal”
Declaración de Juntos por los Bosques en el Día Internacional de los Bosques 2021
- Los bosques son estratégicos tanto para cumplir los ambiciosos objetivos que la UE se ha fijado respecto a neutralidad climática en 2050 como para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030.
- En España el aumento de bosques y, sobre todo su densificación, compensa del orden del 30% de las emisiones fósiles de CO2.
- A escala española, entre 1970 y 2020 la superficie arbolada ha aumentado casi un 60%, a la vez que se ha aprovechado un 40% del crecimiento de las masas forestales para cubrir nuestra demanda de madera.
El 21 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques bajo el auspicio de la ONU. En esta edición de 2021 está dedicado a la restauración forestal como pilar de la Década de Restauración de Ecosistemas convocada también por la ONU (2021-2030). Los bosques son estratégicos tanto para cumplir los ambiciosos objetivos que la UE se ha fijado respecto a neutralidad climática en 2050 como para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030.
En referencia a la aportación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los bosques y su cadena de valor asociada son fundamentales para superar la pobreza rural en muchos países (ODS1). Son también clave en materia de seguridad alimentaria (ODS2) tanto por la producción directa de alimentos procedentes del bosque, como por proveer una fuente energética que en la actualidad utiliza un tercio de la población mundial, como es la leña.
Son igualmente indispensables para la regulación hídrica (ODS6), y la principal fuente de energía renovable a escala global (ODS7), base de una de las principales ramas industriales (ODS9). Aunque quizá la contribución más importante de los bosques a los ODS sea como proveedor de biomateriales renovables y carbono-neutrales, siendo el único sumidero de carbono gestionable (ODS13), además del propio ODS15 dedicado a los bosques, la biodiversidad y ecosistemas, el suelo, que tan excelentemente protegen los bosques, o las montañas.
Además, en otros 6 de los 17 ODS tienen una aportación relevante como están poniendo de manifiesto por ejemplo las enfermedades emergentes vinculadas a la deforestación, como el Ébola, la importancia de los bosques periurbanos para la salud, el número de empleos que sostienen (40 millones globalmente) o su aportación al equilibrio entre zonas urbanas y rurales.
CRISIS CLIMÁTICA
Sin embargo, de todas estas aportaciones, la más perentoria en este momento es sin duda la climática. El CO2 supone algo más de las tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero generados fundamentalmente por dos fuentes: la combustión de energías fósiles (hidrocarburos como petróleo o gas y carbón mineral) y la deforestación (pérdida de carbono verde almacenado en los árboles y suelos forestales). Poor otro lado, y a diferencia de la práctica totalidad de contaminantes, el bosque secuestra C02 (emisiones negativas) cuando se aumenta tanto su superficie como los stocks por unidad de superficie (densificación). Aunque los océanos secuestran también considerables cantidades de CO2, a diferencia de los bosques, no pueden ser gestionados.
En este momento las diferentes fuentes de información constatan un balance neutral o incluso positivo de las emisiones y secuestro referentes a bosques a escala global, centrándose el secuestro en los países desarrollados y buena parte de Asia, mientras que la deforestación predomina en el África Subsahariana y Sudamérica. En España el aumento de bosques y, sobre todo su densificación, compensa del orden del 30% de las emisiones fósiles de CO2.
Adicionalmente a esta contribución, el uso de la madera, corcho o bambú en destinos de larga vida útil, especialmente en la construcción y mobiliario, comportan un cuádruple beneficio: secuestran durante décadas carbón vegetal, tienen un óptimo comportamiento aislante, permiten la sustitución de los materiales de alta huella de carbono por sus procesos energético-intensivos, como el aluminio, hierro, cemento, plásticos o vidrio.
Y, finalmente, cuando acaba la vida útil de los materiales renovables que proporciona el bosque, entran en una cadena de reutilización circular, con su conversión el papel, tableros o bioenergía.
Por tanto, los bosques son un sector modelo que evidencia el potencial de la bioeconomía para superar no solo el reto climático sino muchos otros, como la despoblación, la pérdida de suelos, o el control de incendios y regulación de aguas.
LA “BURBUJA” DE LA REPOBLACIÓN
Un reciente estudio de Climate-KIC estima la aportación actual de los bosques y su sector asociado en la UE, por ampliación de su extensión y densificación, de un lado, y sustitución, de otro, de 100 millones de toneladas de CO2 anuales en cada uno de ellos, a lo que se suman 10 Millones más al año por el aumento de stocks en materiales de larga duración.
Lamentablemente, se ha abordado el potencial de los bosques desde un enfoque excesivamente ajeno a la realidad forestal, muy estático y circunscrito meramente a la repoblación, además de su exclusión hasta la fecha del comercio de carbono en la UE. Ello puede generar considerables disfunciones como:
- Una burbuja de repoblaciones como mecanismo de compensación (offset) de emisiones especialmente en sectores difusos sin la suficiente integración en el medio natural, social y económico circundante, pudiendo llegar a convertirse en una parte de los casos en un fracaso.
- Un tratamiento discriminatorio entre los bosques previamente existentes y los de nuevo establecimiento, totalmente injustificable, dado que los primeros son los que sostienen los servicios ambientales, requiriendo los segundos muchas décadas para alcanzar el nivel de los actuales bosques.
- Desde cualquier perspectiva de eficiencia de los recursos es siempre prioritario asegurar el patrimonio del que disponemos (18,5 millones de hectáreas, que equivalen al 37% del territorio) y donde existe un grave problema de abandono, riesgo de incendios, plagas, enfermedades, vendavales o nevadas que, con inversiones mucho menores, permitiría la mejora sustantiva de su estructura, que iría paralela a un refuerzo de su resiliencia. El coste de evitar potenciales emisiones por su pérdida o de aumentar su capacidad de secuestro superando su estancamiento actual en términos de euros por tonelada de CO2 es abrumadoramente menor y, además, aportarían empleo y biomateriales para la industria, potenciando la actual cadena de valor que supone un 3% del PIB.
- Aproximadamente la mitad del aumento de bosques desde el siglo XIX se ha producido por expansión espontánea, consiguiente al abandono de cultivos por las especies de la zona, siendo la conducción de este tipo de procesos mucho más eficiente en muchos casos que la repoblación, debiéndose considerarse en términos de igualdad a efectos de contabilidad de carbono.
LA IMPORTANCIA DE LA ORDENACIÓN FORESTAL
Se observan críticas a las cortas objetando una pérdida de stock de carbono. Entender esa pérdida temporal y localizada como definitiva corresponde a una visión a corto plazo y circunscrita a un solo rodal y no al monte en su conjunto. Tanto los inventarios forestales nacionales como los casos más prolongados en el tiempo de ordenación forestal confirman, por el contrario, un aumento considerable de los stocks.
A escala española, entre 1970 y 2020 la superficie arbolada ha aumentado casi un 60% y los stocks el doble a la vez que se ha aprovechado un 40% del crecimiento para cubrir nuestra demanda de madera. Aunque no dispongamos de una información completa del conjunto del país con anterioridad, disponemos de montes ordenados desde finales del Siglo XIX en los que la recuperación ha sido espectacular. Sirva de ejemplo el Monte de Navafría, en Segovia, que desde su primer inventario en 1895ha duplicado sus stocks a la vez que se han extraído 3,5 veces los stocks originales.
Igualmente, desde Juntos por los Bosques, entendemos que la priorización de la preservación estática de la biodiversidad, por la que recientemente apuesta la Comisión Europea, es excesivamente prescriptiva, no se adapta a la realidad mutante de nuestros socio-ecosistemas y el cambio climático, resulta excesivamente costosa, no está contrastada por las evidencias y se adapta especialmente mal a la realidad del monte mediterráneo, por su alto riesgo de incendios y biodiversidad asociada a la gestión tradicional, como evidencia el caso de las dehesas, por ejemplo.
Dado que no existe competencia forestal comunitaria – razón de la exclusión de los bosques del Pilar I de la PAC – los objetivos de biodiversidad deberían asegurarse mediante indicadores de resultados y no de forma prescriptiva, permitiendo un mayor margen de maniobra a los estados en el modo de alcanzarlos y, en nuestro caso, a las Comunidades Autónomas. Debe recordarse, en este contexto, que la biodiversidad forestal es la que se encuentra en una mejor situación comparativa, así como los espectaculares avances en muchas especies emblemáticas amenazadas de extinción hace pocas décadas.
Los países no mediterráneos de la UE se han visto confrontados durante los últimos años a episodios de sequías e incendios a los que no estaban acostumbrados. La respuesta que lidere la Comisión Europea debe extraer lecciones de la prolongada experiencia de los países mediterráneos en esta cuestión, priorizando la gestión reforzadora de la resiliencia de nuestros espacios forestales respecto a la huida hacia delante que supone centrarse en la vigilancia y medios de extinción, mucho más costosos que la prevención, al no abordar el problema subyacente.
Finalmente, debe identificarse el sector forestal como estratégico en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia por su excepcional contribución a dos de los mayores retos de nuestro país: la despoblación y el cambio climático, con la transición energética que implica. Por ello, es necesario que las inversiones tengan un carácter tractor y transformador, capaces de seguir generado empleo y riqueza una vez finalicen, siendo la colaboración público-privada clave para su éxit